viernes, 14 de noviembre de 2014

filosofia


Todo empezó cuando era pequeño y iba a jugar a la pelota con mis amigos, teníamos un sitio (patio) donde siempre deseábamos jugar, no por su estado ni por el espacio, si no simplemente por que había un señor que no nos dejaba jugar allí, el simple hecho que le molestara nuestra presencia, nos provocaba el morbo para hacerlo, como cuando tus padres te prohíben comer algo y te quedas con mas ganas aun de querer comerlo, por eso mismo nosotros íbamos a jugar allí como si fuéramos a disfrutar mas, o a jugar mejor, íbamos desafiando al señor no de manera verbal ni con maldad ninguna y nos poníamos a jugar justo a lado de su casa y el siempre respondía gritándonos que nos fuéramos, muchas veces salía y nos quitaba la pelota y mas tarde nos la devolvía como si tuviéramos que aprender alguna lección, nunca habíamos llegado a hablar con el mas de un minuto, de manera que nadie le comprendía. A lo largo del tiempo dejamos de ir a jugar allí, no por el señor, si no que nos habíamos hecho grandes.
Ahora después de tanto tiempo me paso por el patio donde jugábamos antes y veo al mismo señor con su nieto jugando a la pelota y me recordó todo aquello que nos paso en la infancia con él, en ese mismo instante subí a casa y cogí la pelota con la que le mistábamos y que tantas veces nos la arrebataba y baje hacia el patio donde el estaba jugando con su nieto , de camino hacia él me puse a pensar en como iba a actuar, sentí como un cosquilleo en la barriga , era algo raro, como si tuviera miedo de la situación, ya que nunca había hecho algo parecido. Cuando me acercaba me pasaba por la mente el hacerlo o no, acercándome se giro y me vio; en ese mismo instante le ofrecí la pelota como regalo, el señor confuso ,sin saber si quiera quien era yo, me pregunto ¿ por qué lo hacia? le conteste, ya sin temor alguno y con confianza, quien era yo, le comente que era del grupo que le causábamos molestias en la infancia, en ese mismo patio, el hombre me miro con los ojos brillosos, no por que quería llorar, sino por la admiración que parecía sentir hacia mi y la alegría que le dio, era como si nunca se lo esperara, cogió la pelota y se quedo mirándola varios segundos sin comentar nada, estaría pensando en los recuerdos que le traía, tal vez, se arrepiente de habernos echado tantas veces del patio. Estaba muy contento, de manera que llamo a su niño ( mira este es un viejo amigo ) fueron sus palabras, vi que no nos guardaba ningún rencor, vi en él la gran persona que era y me sentí mal por lo que le había causado de pequeño, al mismo tiempo alegría. Me sentí muy orgulloso de mi mismo y contento de ver que esa persona, en el fondo, nos quería y en ese momento me sentí especialmente contento por toda la situación. Es como la sensación de encontrar a un pájaro atrapado en las ramas de un árbol y ayudarle, de manera que cuando lo ves como se va volando, esa misma sensación es la que sentí en ese mismo momento. Me levante y estuve jugando a la pelota con su nieto mientras que el señor contemplaba aquella escena, empezó a hacerse oscuro el día, llegaba la noche, en el mismo momento me ofreció entrar en su casa para tomar algo, le dije que no podía, que lo dejáramos pendiente para

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