domingo, 8 de mayo de 2016
Mecanismos de defensa orgánica.
Todos los organismos han desarrollado mecanismos de defensa frente a la invasión de agentes patógenos. Estos mecanismos pueden ser inespecíficos , impidiendo su entrada en el organismo o destruyéndolos con rapidez, o muy específicos, lo que se conoce comorespuestainmunitaria.
Inespecíficos. Barreras naturales y respuesta inflamatoria.
Los mecanismos de defensa inespecíficos actúan contra cualquier microorganismo o sustancia extraña. Son de tres tipos: barreras naturales, microflora normal del organismo y respuesta celular inespecífica.
1. Barreras naturales (o primarias). Están constituidas por la piel (la epidermis en vegetales) y las secreciones de las superficies mucosas.
La piel constituye, en primer lugar, una barrera mecánica debido a su grosor y a su estructura, ya que su capa córnea más externa está totalmente queratinizada, es decir, compuesta por células muertas e impermeables que se van desgastando y perdiendo constantemente (descamación) y van siendo sustituidas por otras.
Además, actúa como barrera química, ya que, tanto los ácidos grasos que liberan las glándulas sebáceas como el sudor, hacen que posea un pH ligeramente ácido, poco adecuado para el desarrollo de muchos microorganismos.
Estas secreciones ácidas impiden también el desarrollo de microorganismos en las aberturas naturales del organismo, que están protegidas por superficies mucosas, como ocurre en la vagina o el estómago.
Las secreciones mucosas contienen también enzimas bactericidas como la lisozima, presente en el moco, la saliva y las lágrimas, o la espermina que se encuentra en el semen.
En las vías respiratorias, el mucus es expulsado hacia el exterior junto con los restos de microorganismos y sustancias extrañas, lo que es posible gracias al movimiento de los cilios de las células epiteliales. Esta expulsión se lleva a cabo por medio de mecanismos como la tos y el estornudo.
Estructura esquemática de las barreras defensivas primarias de los animales
2. Microflora normal del organismo. Los animales poseen una microflora propia, constituida por microorganismos comensales o mutualistas, que dificulta el desarrollo de otros microorganismos, bien al competir con éstos por los nutrientes, bien liberando sustancias inhibidoras al medio.
La piel humana, por ejemplo, está poblada por millones de microorganismos inofensivos que parecen inhibir la proliferación de otros microorganismos potencialmente patógenos.
3. Respuesta celular inespecífica(o barrera secundaria). Se activa si, por alguna causa (herida, quemadura, etc.), los microorganismos patógenos invaden los tejidos.
Las propias células afectadas producen sustancias antimicrobianas; por ejemplo, muchas clases de células, al ser infectadas por virus u otro tipo de parásitos intracelulares, reaccionan secretando glucoproteínas llamadas interferones, que estimulan a otras células vecinas sanas para que produzcan proteínas antivirales que son enzimas específicas cuya función es impedir que la célula sintetice las macromoléculas necesarias para el virus (por ejemplo, el factor de iniciación de la síntesis proteica), o bien destruir los ARNm víricos. Por eso, los viriones producidos dentro de las células que han sido expuestas al interferón son menos eficaces para infectar nuevas células.
Las células de los tejidos afectados liberan también otro tipo de sustancias, como la histamina, la serotonina, la cianina, etc., lo que desencadena la reacción inflamatoria, cuyo mecanismo es el siguiente:
- Las sustancias liberadas provocan la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que ocasiona un aumento del flujo sanguíneo a la zona (enrojecimiento y calor local), que llega cargado de muchas células fagocitarias.
- Dichas sustancias producen, asimismo, un incremento en la permeabilidad de los capilares de la zona, que provoca la salida de plasma sanguíneo hacia el espacio intersticial, de forma que el volumen de líquido intersticial aumenta ocasionando edema o inflamación. Esta hinchazón provoca la sensación de dolor local.
El plasma que sale de los capilares contiene anticuerpos (gammaglobulinas) que pasan a los tejidos lesionados.
La principal función de la inflamación parece ser la llegada de fagocitos a la zona (primero neutrófilos y luego, monocitos) que son atraídos quimiotácticamente por las sustancias liberadas por las células. Tanto unos como otros fagocitan y digieren activamente microorganismos patógenos, sustancias extrañas y células muertas.
Después de fagocitar cierta cantidad de bacterias y restos orgánicos, quedan desactivados y mueren. El conjunto de leucocitos muertos y los restos de los microorganismos constituyen el pus , que se puede reabsorber o expulsar al exterior.
Cuando la infección es extensa se produce fiebre, debido a que aumenta mucho la concentración de determinadas proteínas producidas por los fagocitos (denominados pirógenos endógenos) y de prostaglandinas sintetizadas por las células dañadas, lo que modifica el «termostato del organismo» situado en el hipotálamo.
Entre las defensas inespecíficas podría incluirse también a las células asesinas o células K (del inglés killer) y NK. Se trata de unos linfocitos que, a diferencia del resto, poseen una acción defensiva inespecífica, pero que necesitan identificar ciertos componentes celulares. Estos linfocitos destruyen células indeseadas, ya sean extrañas al organismo o propias de éste pero que han sufrido algún tipo de alteración.
Específicos. Concepto de respuesta inmunitaria.
En muchas ocasiones, los mecanismos de defensa inespecífica no son suficientes para controlar la infección y, en pocos días, se activa el sistema de defensa específico.
La respuesta inmunitaria se basa en la capacidad de distinguir lo propio de lo extraño. Cualquier organismo es capaz de reconocer sus propias células gracias a que éstas poseen en su superficie moléculas (proteínas o glúcidos), que son ligeramente distintas a las moléculas superficiales de otras células, ya sean de otras especies o, incluso, de otros organismos de la misma especie. Al detectar la presencia de moléculas extrañas, el organismo elabora una respuesta encaminada a su destrucción: la respuesta inmunitaria.
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